Los tópicos, por muy manoseados, algo tienen de certidumbre contrastada aunque la generalización los degrade. El que dice que Iberoamérica te carga las pilas nada más poner el pie en ella es cierto. Este es un continente activo y, la más de las veces, hiperactivo. Un saludable revulsivo para un hipotenso.
De la necesidad saben hacer virtud, el jet lag provoca recaídas tópicas, y lo demuestran convirtiendo escasos recursos en mayúsculos resultados gracias a inmensas dosis de ingenio.
Paseando junto a mis amigos y excelentes anfitriones en São Paulo, Noelia y Líe, pude regocijarme en ello este domingo. Paseamos por Minhocão, donde un aberrante escalextric invade las vidas de sus vecinos. Tan solo encuentran descanso de cláxones y gases de etanol, avanzadas las tardes y los domingos. Entonces la marabunta automovilística cede el terreno a peatones, ciclistas, patinadores...
Como Dios los coches también descansan el séptimo día. La calzada se transforma en un inmenso mercadillo donde comprar y vender pasteles veganos, camisas setenteras, ilustraciones y todo lo que se nos ocurra.
Los carriles se convierten en platea y la ventana de un modesto habitáculo se abre en escenario improvisado. Adiós a la cuarta pared. De la representación poco me enteré gracias a mi nulo brasileiro pero impresionaba escuchar a los actores a viva voz ante decenas de personas en completo silencio solo roto, con frecuencia, en carcajadas que contagiaban vida.