Los años han ajado el algodonoso papel nevando pequeños copos de celulosa en la cartera.
Comparte nicho de cuero, en el bolsillo interior de la sobada americana, con una fotografía de ella... un mechón del niño... un billete de tren a Lisboa… un pétalo marchito.
En los momentos de frío y penuria, calienta el ánimo acariciando aquellos objetos recopilados durante décadas.
Nunca cobró el décimo de lotería cuyos números se han difuminado en sudor.
Le basta con saber que la fortuna le sonrió un día. Ganó un sorteo… se enamoró… creó una vida nueva...
Otros dilapidan las ilusiones. Él prefiere disecarlas.